19 Feb Educar con inteligencia emocional
Posted at 14:00h
in Familia e hijos
Desde hace algunos años conocemos la importancia que las emociones tienen en nuestro equilibrio y en nuestro bienestar. Educar a nuestros hijos en inteligencia emocional es una asignatura pendiente que debemos aprobar para que lleguen a la madurez con los recursos suficientes para abordar la vida en contacto con sus emociones. Hoy te traemos algunas claves para que puedas poner en práctica con ellos:
- Refuerza la expresión de sentimientos y respétalos (ya sean negativos o positivos): si aprovechas la oportunidad de que comparta sus sentimientos y compartir los tuyos le enseñaras a valorar el mundo emocional. No te olvides de permitirle expresar dolor.
- Ayúdale a que se responsabilice de sus sentimientos, que sepa que nadie puede hacer que sienta nada, sino que cada uno de nosotros sentimos de una forma u otra en función de los hechos. Ayudándole a distinguir entre lo que siente y lo que de verdad ha ocurrido.
- Acompáñalo a descubrir lo que le apasiona: presta atención a lo que le entusiasme, sin juzgar. Anímale a experimentar y a explorar, y aplaude cualquier gesto suyo que muestre interés.
- Fomenta la empatía: si somos capaces de que comprendan los sentimientos de los demás y ofrecerles su apoyo ampliaremos de forma considerable su mundo emocional. Ayúdale a que entienda los sentimientos de los otros, practicando con él. Céntrate en los sentimientos de tus hijos ante cualquier oportunidad que tengas.
- Potencia su creatividad: anímale a que cree algo, ya sea a través de la escritura, pintura, música. Cuanto más se utilice esta vía, más capacidades creativas e intuitivas tendrán los niños.
- Ayúdale a controlar el estrés y la ira: enséñale a identificar las señales físicas que puedan indicar que están estresados (la mandíbula tensa, mariposas en el estómago) para que comiencen a reconocer las señales del cuerpo. Es importante que aprenda a averiguar cómo se siente y a tomar decisiones al respecto.
- Evita las etiquetas: ten en cuenta que al ponerles etiquetas, aunque sean buenas les obligamos a actuar según ciertas expectativas, lo que se supone que esperamos de ellos y no les permitimos la flexibilidad del cambio.
- Fomenta el contacto físico y emocional: como consecuencia de nuestra cultura, a medida que van creciendo comienzan a distanciarse física y emocionalmente. Busca oportunidades para reestablecer esa desconexión.